Revista N°200

“La Novia Olvidada”

Así llamaba Marechal a La Patria en “Megafón o la guerra”. Hoy nos encontramos con un gobierno que hace todo lo posible porque la olvidemos, destruirla hasta los cimientos. Actitud soberbia e ignorante. La historia demuestra exactamente lo contrario.
El ejemplo más cercano: el alzamiento fascista contra la República Española triunfante en 1939 se cansó de censurar, matar, y desaparecer. Se mantuvo durante 30 años en el poder matando y prohibiendo… con miles de españoles en el exilio. ¿Logró que no sepamos en el resto del mundo que no sepamos que la República del ´36 fue el mayor intento de libertad y justicia social de Europa Occidental? No, al contrario. La soberbia infinita del dictador Francisco Franco solo logró que los artistas e intelectuales republicanos salieran al mundo entero a gritar su verdad.
    Es obvio que un cómplice del genocidio quiera borrar su pasado.
    Genuflexo a la corona Británica no solo regala nuestra soberanía sino que también pretende que no rindamos homenaje como Nación a los “Chicos de la guerra”, lo cual constituye una bajeza extrema.
    Sólo logrará que este pueblo, medio lerdo para las reacciones y víctima de un patrioterismo berreta tome conciencia de una vez por todas de qué se trata la Patria, algo que aún no comprenden, más allá de un mundial de fútbol.
    Desconocer el 20 de junio ya es una mezcla de toda ignorancia y falta de respeto por los que de verdad dieron la vida por el país. ¿Entenderá alguno que fue Belgrano el que salvó la independencia?
    ¿Será capaz alguno de comprender la claridad meridiana de Manuel Belgrano?… demuestran que no.
    Solo quien no tiene la más peregrina idea de qué se trata el “arte” de gobernar puede cometer estos errores siniestros.
    El 28 de enero nos enteramos que se daba marcha atrás con los decretos, sabemos que no por convicción, sino para tratar de reparar el papelón: trataron de quitarle status histórico a los hechos mencionados… lograron que se agitara el sujeto colectivo que todavía somos, a pesar de ellos.
     Pobre de aquel gobernante que ignore la propia historia de su pueblo, él mismo está destinado al olvido, o peor aún a ser solo un mal recuerdo, a tener una huída forzada, condenado a un escupitajo de Clío.

Viviana Campos
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